Senderos medio ocultos
Carta de amor a mis poetas neo-místicas favoritas
Érase una vez, cuando el mundo era inocente y estaba lleno de oportunidades, una niña que pensó que tenía alguna opción dentro de la academia y escribió un TFM sobre la herencia mística en un libro de una poeta que le gustaba mucho. El libro era Amor divino, la poeta era Ángela Segovia y la niña era yo.
En el tiempo en el que pensaba que de verdad ese era un espacio amable al que yo podía acceder, hice muchas cosas de las que ahora me arrepiento, como pagar mucho dinero por hablar al vacío en congresos en los que nadie me escuchó o ir yo misma a hacer acto de presencia en charlas que no me interaban nada. Sin embargo, aunque de todas esas cosas me arrepienta, no me arrepiento nada de haber escrito un TFM sobre la herencia mística en la poética de Ángela Segovia. Me lo pasé muy bien leyendo bibliografía sobre esto, y también me resultó muy satisfactorio desarrollar ese trabajo (si dejamos de lado las citas en APA y la prosa académica, que no me gusta nada). Me gustó aprender cosas nuevas y ver a dónde me conducían mis propias intuiciones. Pude descrubrir poetas y formas de acercamiento a la escritura que a día de hoy nutren mi propia poesía.
Sobre todo, aprender sobre los fundamentos místicos -vitales y poéticos- me ha llevado a ser capaz de visulmbrar esos mismos mecanismos en libros actuales que me gustan mucho. Para no sentir que este conocimiento se me queda petrificado dentro, en ese TFM que se encuentra en los confines de mi ordenador, me gustaría dejar aquí algunas de las intuiciones que tengo sobre poéticas actuales que de alguna manera continúan con la labor mística. Poéticas que siguen caminos y abren otros nuevo.
No séra un ensayo muy minucioso, solo un atisbo de lo que creo que ahora se hace. No será un TFM. No me dará ni un solo punto para la FPU. No habrá citas en APA. A lo mejor alumbra algo, y con eso será bastante.
Cuando hablo de mística me refiero sobre todo a una forma de conocimiento, de acercamiento al mundo, que pasa por la experiencia, la intuición y la exploración poética. Me refiero, sobre todo, a eso que María Zambrano dice en La confesión: género literario: “El conocimiento intelectual ha sido una función privilegiada; era natural que al ejercitarse se diese a conocer, se estableciese a sí mismo. Mas, existen otras formas de contacto, otras relaciones que no son conocimiento intelectual ni quizá puedan serlo nunca”. Sé que en orígenes es idivisible de su vinculación religiosa, pero, personalmente, lo que me interesa de estas poéticas es cómo se heredan imágenes y motivos místicos a problemas, perspectivas y expresiones actuales, que a veces tienen que ver con cierta fe y otras veces no.
Me parece imposible hablar de este travase místico en la actualidad sin mencionar la labor que lleva años haciendo Ángela Segovia. Creo que, así como Berta García Faet es madre indiscutible de quienes nos acercamos a miradas cursis, a experimentaciones literarias que tienen que ver con una sensibilidad, digamos, de neo-niña; Ángela Segovia es también madre para quienes de pronto encontramos en ella una comunicación entregada al misterio y a las formas dislocadas. (Nota aclaratoria: por supuesto, no creo que estas autoras sean excluyentes la una de la otra y es más, resulta experiencia bellísima leerlas juntas cada una de una mano, viendo de qué manera se encuentran y se alejan sus libros. Se hace una un favor si está atenta a sus producciones para siempre jamás).
Amor divino inaugura, con su imaginario repetido y brillante, una noción del amor que pasa por la aventura, la fe y la contemplación del vacío para ayudarnos a traspasar la muerte. Está lleno de personajes fascinantes, historias paralelas y juegos de ocultamiento que nos cautivan por completo. Versos como “Es que en algún lugar muy inexplicable/ imitar tus gestos con mi cara/ me consuela de la pérdida diaria” nos iluminan y se nos quedan dentros. Los vamos repitiendo, como un rezo silencioso, a lo largo del tiempo y los lugares. Una vez que se descubre la forma bellísima que tiene Ángela Segovia de percibir y revelar los misterios del mundo y de la poesía, se hace muy difícil no quedar marcada por ella. Lo único que queremos es seguir leyéndola, por si acaso algo se nos pega.
Y por suerte algo sí que se nos pega, tanto de ella como de la tradición original, y por suerte se encuentran libros extraordinarios que la continúan y la amplían. Me refiero a Del palacio ulterior las turquesas, de Andrea Abello. Extraña como una criatura agazapada en el bosque, la poética de Andrea es de una belleza que se revuelve contra las interpretaciones racionalistas. Pide apenas una intuición, un libre discurrir como el que ya pidió Santa Teresa: “Déjenla andar por estas moradas arriba y abajo y a los lados (…)”. Dispone sus siete partes como siete estados de las voces, como siete moradas de un castillo interior al que solo se accede por medio de las visiones.
Hay dos voces en su cuento palaciego. Cada una de ellas habla en su espacio del poema, de la página y de la mente. Está Alucinada, que habla en verso de sí misma. Porta una espada con la que se protege. Alucinada es una bestia, y también una niña y un candelabro; y la queremos mucho por ello. Está, al mismo tiempo, Ensimismada, que habla en prosa cortada del paisaje y de Alucinada. Porta un escudo con el que se protege. Ensimismada es una criatura salvaje, tiene el corazón de un perro apalizado; y la queremos mucho por ello. Son voces distintas que en el marco de este libro cumplen un mismo destino: huir del palacio en buscar de un Prometido, hacerse sabias por el camino. Cantar, con suerte, canciones como portales.
Este libro puede ser que sea un viaje (interior y exterior, imaginario y real) de quien quiere más, de quien es, de hecho, arrebatada y ensimismada y no lo puede evitar: solo lo puede cantar: “Aprendí para esto la lengua animal, no me arrepiento. Aprendí la lengua antigua y la de las bellas muchachas que comban con sus nidos los tejados más fuertes (…) Prendo. Esta lengua transparente. Y que en ella tome forma. Y abone las canciones de cosecha”.
Esta ha sido mi torpe aproximación a autoras que amo, que me conectan con formas de conocer parecidas a un sendero medio oculto. Me dejo a muchas por nombrar y sé que vendrán otras nuevas que me provocarán nuevas obsesiones. Estoy deseando conocerlas y verlas llegar, deseando verlas convocar sus formas propias. Quizás algún día escribiré algo más largo con ello, quién sabe. Quizás sí.
lo que he hecho ha sido, / cuando no he estado/ loca,
perpetrar estudios de mística lingüística,
acaparar amor, y shock, y en invierno / acurrucarme contra
un cuerpo / a favor de
todo
Berta García Faet
gracias a ti me compré amor divino depués de haber leido las vitalidades❤️ gracias paula por mostrate sin verguenza y llena de pasión por la escritura, acercas a todos preciosas escritoras desde la manera más cercana y sincera posible, es un gusto encontrar personas tan bellas y amigables como tú❤️ que ganas de leer amor divino
Que belleza ❤