Cartas de amor #4
Carta de amor a mis amigos, con quienes me arrastro por las ciudades como un caracol
Por las noches en
el sitio de siempre
hablo solo con
los que se parecen a ti
Amaia
Mareada de ir de acá para allá y de allá para acá con una mochila que se arrastra por la estación de Madrid Sur y por la estación de Granada y por la estación de Sevilla y por el Tanatorio de Alcalá de Guadaíra en en el que me deja el Bla Bla Car. Escuchando en los auriculares las mismas canciones de siempre. Me digo que tengo que descubrir música nueva, música cool, música para que la gente vea que soy interesantísima cuando salga el Spotify Wrapped, pero al final me pongo las mismas canciones de siempre para que las horas del viaje se me pasen rápido y no me den ganas de vomitar, que yo fui la niña del cole a la que sentaban delante en las excursiones porque se mareaba. Me meto en Instagram compulsivamente. Me digo que tengo que reducir el tiempo que le dedico al móvil, me digo que podría hacer cosas valiosísimas con el tiempo que invierto en mirar lo que noséquién ha dicho, lo que noséquién ha leído, lo que noséquién piensa de noséqué. Me digo que podría escribir cosas nuevas, cosas importantes, con todo ese tiempo, pero una vocecilla me responde, repipi y molesta: ¿de verdad?, ¿de verdad crees que harías eso?, ¿de verdad crees que no encontrarías nuevas formas de perder tu tiempo?
Mareada de ir de acá para allá y de allá para acá, durmiendo en los sofás de mis amigos, dejando que mis amigos duerman en mis sofás o en la cama que sobra en mi piso de alquiler o en la cama de mi cuarto de la adolescencia. Como caracolillos desorientados que una vez compartieron pared, nos arrastramos los unos hacia los otros. Como caracolillos que se buscan ciegamente, que se intuyen en las ciudades más grandes que las nuestras, mucho más grandes que en las que nos criamos y en las que nos conocimos y en las que aprendimos a querernos tantos y tantos años. Tantos y tantos años.
Los busco por las ciudades en las que no están, esperando que alguien a quien conozco por casualidad se parezca en algo a ellos, que se ría como alguno de ellos, que tenga un imaginario parecido al que comparto yo con ellos, que a lo mejor haya coincidido sin saberlo con uno de ellos en una fiesta a la que yo no fui porque me daba angustia encontrarme con mi exnovio o con su novia nueva, que me diga “conocí a tu amigo noséquién y me cayó genial, ahora entiendo por qué tú eres como eres, eres así porque lleváis siendo amigos un montón de años, claro, ahora lo entiendo, tú eres así porque lleváis años queriéndoos”. Los busco por las ciudades y me buscan ellos a mí también, me buscan por las calles que conozco y por las que no conozco, me cogen de la mano y del brazo para que no me pierda por el metro (me pierdo siempre por el metro), me hacen caso cuando les digo “¿vendrás conmigo a este coloquio de poesía? leí estos poemas y pensé tanto en ti, ¿recuerdas que te los mandé porque quería que te gustaran mucho a ti también? ¿vendrás conmigo? ¿vendrás conmigo y me cogerás del brazo y de la mano para que recuerde que estás a mi lado y no piense en toda esa gente que me mira y que me da miedo? tú sabes cómo soy, tú sabes que me da miedo toda esa gente que esperan cosas de mí que tú nunca esperarías, y por eso te quiero más”, cuando digo todo esto o incluso cuando no lo digo me hacen caso y vienen conmigo, por entre toda la gente y las ciudades grandes atterradoras vienen conmigo.
Como caracolillos que se arrastran a veces juntos y a veces separados y lejos, a veces en las paradas de autobuses a cuarenta grados a la sombra y a veces en una terraza al fresco con una litrona apoyada en la acera y a veces en un barrio extraño que nunca hemos caminado, mis amigos se esparcen por allá y por acá, por acá y por allá y yo los voy buscando y encontrando, buscando y encontrando. Quiero decirles muchas cosas, pero no da tiempo. Todo se mueve muy deprisa, muy muy deprisa, como en el bus del cole en esa excursión, y me mareo. No les digo nada. Me sujeto fuerte a ellos un momento y después, cuando toca, los suelto, de nuevo y hasta la próxima vez. Hasta la próxima. Nos buscaremos pronto. Os quiero mucho.
Tan bonito releer esto... Eres la mejor 🫶🏼
Cuánto me ha conmovido la imagen de un mapa recorrido por caracolillos esperanzados que se buscan los unos a los otros. ❤️🩹