Queridas todas:
¿Qué tal estáis? Espero que estéis tan bien como el simpático pájaro que os mira desde el sobre de la carta en la foto de arriba. Yo la verdad es que no me siento muy pájaro-simpático-sobre-flores-rojas últimamente, aunque me gustaría. Hace unas semanas estuve en una residencia de escritura en la Universidad de la Rábida, en Palos de la Frontera, donde había una camada de gatitos que rondaban siempre dentro y fuera de las estancias. Estos días pienso mucho en uno de ellos, una gata ya mayor que siempre llevaba la lengua fuera y a veces estaba rodeada de moscas, aunque ella parecía no darse cuenta. Pienso mucho en esta gata y creo que llevo ya un tiempo como ella: yendo de un sito a otro con la lengua fuera, rodeada de moscas de las que no me doy cuenta hasta que alguien no me las quita de encima. Qué difícil es a veces darse cuenta de las moscas que tenemos a nuestro alrededor, ¿no?. O al menos a mí me pasa. Espero que vosotras no, espero que seáis mucho más listas de lo que lo soy yo y que os quitéis de encima vuestras propias moscas.
Muchas veces, como digo, me cuesta identificar mis moscas y no ir con la lengua fuera a todos lados. Me quedan dos meses para cumplir los 25 años, que es mucha edad para alguna gente y muy poca edad para otra. Es la típica edad en la que tú te sitúas y miras hacia atrás y hacia delante con la misma distancia. Te colocas frente a una línea imaginaria y echas la vista atrás, ves toda esa edad cambiante y difícil a la que a veces volverías y que a veces quisieras borrar por completo. Piensas: ¿quién es esa? Piensas también: ¿cómo pude olvidar lo que ya sabía entonces? Te giras y miras hacia el otro lado, hacia delante, pero solo un segundo, porque te da un vértigo tremendo y tienes que parar. Miras solo un poco al futuro y es insoportable esa negrura, esa neblina que lo inunda todo tan rápido.
Mis años siempre han sido fáciles de contar porque nací en enero del 2000. Es muy sencillo ubicarme en el tiempo: siempre voy a tener la edad correspondiente al calendario. Eso significa que este próximo 2025, en el que cumplo 25 años, hace 10 años que tuve 15 años. Hace 10 años que conocí a los que a día de hoy siguen siendo mis mejores amigos. Hace 10 años que tuve mi primera pareja, con quien sigo hablando prácticamente todos los días. Significa que estoy más cerca de la edad con la que mis padres me tuvieron a mí que de la edad con la que me di mi primer beso. Más cerca de plantearme tener un hijo que del tiempo en el que salía al recreo con mis amigos a comerme el bocadillo en nuestro sito de siempre, al lado de la fuente.
El otro día llamé a Carlos -mi primer amorcito al que sigo queriento tanto- y le dije Carlos, no sé qué hago aquí. Con “aquí”, me refería específicamente a Granada, pero podría ser un “aquí” simbólico, un “aquí” más general y amplio, un “aquí”, digamos, vital. Me respondió ya, yo tampoco sé qué hago aquí, y por “aquí” se refería a Amberes, pero podría ser también un “aquí” del mismo simbolismo que el mío, vital y amplio, escurridizo. Carlos tiene mi edad, como el resto de mis amigos de la adolescencia. Casi todos vamos a cumplir 25 este próximo año, para todos van a pasar 10 u 11 años desde que cumplimos los 15. Casi todos estamos separados los unos de los otros, casi todos estamos incómodos en nuestro “aquí” que nos aleja continuamente.
Escribo esto desde la casa de mis padres, en el pueblo de mi adolescencia, porque el “aquí” se ha hecho insoportable. Porque creo que he sido capaz de ver, después de mucho tiempo, que iba con la lengua fuera como esa gata de Palos de la Frontera, rodeada de moscas que no me puedo quitar sola. Soy también como esa canción de Mitski, Class of 2013, que dice:
Mom, I'm tired
Can I sleep in your house tonight?
Mom, is it alright
If I stay for a year or two?
(…)
Mom, would you wash my back?
This once, and then we can forget
And I'll leave what I'm chasing
For the other girls to pursue
Mom, am I still young?
Can I dream for a few months more?
Siento la tristeza que despresnde esta carta. Me gustaría poder escribir cosas más alegres, más risueñas y brillantes. Ser como el pajarito de la foto de arriba. Quizás los 25 me consiguen traer eso, quién sabe. Quizás sí.
Besos
muy melancólicos
y hasta pronto <3
Con casi 30 tambien se sigue queriendo irnos a lo mejor uno o dos años a casa de nuestras madres 💔 🫂
me ha gustado mucho leer sección tuya, me gusta tu forma de escribir ♡ por cierto, ¡me encanta como has usado esa canción de mitski! nunca lo había pensado desde el contexto de cumplir años como tal